Trastorno de Relación en Niños  
 
 
 
"Necesito hablar con alguien..."
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Trastorno de Relación en Niños
Buenos Aires, 4 de octubre de 2004

Esa es la consulta más frecuente que refiere la Red Infanto-Juvenil de Salud Mental del Gobierno de la Ciudad. “Si bien los niños llegan a la consulta traídos por otros, en muchos casos es el propio niño que pide ser escuchado”, dice Joselina. Elgassi, de la Red Infanto-Juvenil. (Segunda Parte)

A pesar de que los niños llegan a la consulta traídos por otro, en muchos casos es el propio niño quien se apropia del espacio terapéutico ofrecido y pide ser escuchado: “necesito hablar con alguien, me cuesta aprender”, son los reclamos más habituales.

“Consultar por un hijo implica una herida narcisista, herida que genera dolor. Aquel en el que se depositaron los sueños y expectativas, ¿tiene problemas?. Con esto se derrumba la idea del hijo perfecto que colme y calme la angustia de sus padres”, sostienen los especialistas de la Red.

Cada hospital o centro de salud cuenta con un servicio de salud mental y, a pesar de las particularidades de cada uno de ellos, se ha notado que los motivos de consulta fueron cambiando. Nos encontramos con niños con trastornos psicológicos y/o psiquiátricos severos en edades cada vez más tempranas. Son casos de mayor complejidad que obviamente requieren más tiempo de intervención y un abordaje interdisciplinario: entran en escena los psicólogos, psiquiatras, asistentes sociales, psicopedagogos, enfermeros, pediatras, fonoaudiólogos; cada uno trabaja con el niño desde su disciplina, pero articulando su tarea con el resto de los profesionales.

Los casos de abuso y negligencia se multiplicaron en una proporción geométrica, no sólo debido al genuino aumento de los casos, sino también porque la sociedad sacó estos temas del ocultamiento y, en este sentido, lo privado se hizo público.

A su vez, nos encontramos con una sociedad con más conciencia de las causales psicológicas de una inhibición en el aprendizaje, de conflictos entre padres e hijos, actitudes de rebeldía y desafío a la autoridad, problemas vinculares “nos demandan que ocupemos ese lugar vacante de la función paterna, que en muchos casos esta debilitada, devaluada”.

“Yo ya no sé qué hacer con este chico, no le hace caso a nadie”, “hace lo que quiere, ya no sabemos qué hacer, tampoco puede vivir en penitencia toda la vida”, comentan los especialistas de la Red que refieren los padres de los pacientes.
Pocas cosas en la vida suscitan tanta admiración y esperanza como la visión de un recién nacido. La posibilidad que ese bebé llegue a desarrollar su enorme potencial vendrá determinada en gran medida por la familia, la comunidad y el país donde haya nacido.

Los primeros años de vida son cruciales. Los niños y niñas que reciben protección y cariño durante su primera infancia tienen más probabilidades de sobrevivir y crecer saludablemente, de padecer menos enfermedades y trastornos, y de desarrollar al completo sus aptitudes cognitivas, lingüísticas, emocionales y sociales.

“Pensar la niñez es pensar el futuro. El niño de hoy es el adulto del mañana y, por lo tanto, será el encargado de la transmisión a la siguiente generación de la cultura y los valores, formando parte de la cadena generacional”, dice la Lic Inés Valeiro, psicóloga del Hospita de Agudos Zubizarreta.

Al niño se le debe garantizar –son sus derechos– la alimentación, la atención y promoción de la salud, el aprendizaje, su formación moral, la estimulación y acompañamiento en el descubrimiento de sus intereses, el afecto, la posibilidad de establecer contactos con sus pares, hacer lazos sociales y culturales, etc. Pero también tiene derecho a ser incluido en una cadena generacional a través de su filiación y genealogía en el discurrir de la transmisión de la vida psíquica entre las generaciones.

Hay una historia que determina al niño desde los propios avatares de la vida de su padres, pasando por el deseo de ellos en relación a él, sus nueve meses de gestación, su advenimiento al mundo y su transitar por los primeros caminos de la vida. Es un tiempo ya vivido del que el niño no tiene registro pero que constituirá la base, los cimientos, las raíces del adulto que será.

Entonces, es también un derecho el relato que de ese tiempo puedan hacerle los mayores, la madre especialmente. Se trata de ese primer capítulo de su historia que son los primeros años. Historia que termina siendo más o menos verídica, con agregados, omisiones y olvidos, pero que eso no le impedirá leer en el entrelineado el deseo materno y saber entonces si “hadas o brujas se inclinaron sobre su cuna”, grafica Valeiro.

Los profesionales de la Red Infanto-Juvenil de Salud Mental pueden intervenir cuando este proceso está obstruido o lentificado ya que, de ayudar a construir una historia, hacen su profesión.

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Fuente:
Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Septiembre de 2004.

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