Para unos pocos o para todos
Por supuesto que hay una palabra que tanto en lo económico, como en lo social y mucho más en lo político pasa a tener magnitud diferencial: Inclusión. Un mundo dinámico tal cual se plantea sólo se sustenta a través de la incorporación constante de personas a los beneficios del sistema. Baste como ejemplo la reciente ampliación de la Unión Europea, no son sólo naciones incorporadas a un sistema político. Estamos hablando de 85.000.000 de habitantes cuyo aumento de su estándar de vida para llevarlo a los niveles del resto de los europeos, garantizará trabajo, negocios e inversiones por los próximos diez años al universo de la Unión.
Nuestro país hoy también discute esta situación. Debemos profesionalizar la pobreza o hacer el esfuerzo que ya han hecho otras naciones para transformar cada uno de nuestros problemas en una oportunidad que permita generar empleo y actividad económica.
Debemos subsidiar la inacción; resignarnos a que ejércitos de pobres desfilen por las oficinas públicas día a día o podemos comenzar a incluir gente a un sistema económico nuevo basado en los principios de economía urbana y en una alianza estratégica entre los centros urbanos y las provincias ricas en recursos naturales. Esto último para nosotros resulta una propuesta sustancial.
Las opciones inevitablemente surgirán
Si combinamos los elementos analizados, tendremos opciones claras de crecimiento, tendremos variantes reales relacionadas con la política del siglo XXI, estaremos discutiendo de cara al futuro en función de lo que se puede hacer y no de lo que no se hizo. Tal vez ése sea el camino. Dejar de llorar lo perdido y comenzar a trabajar para recuperar el esplendor que nos merecemos como Nación.
Y es de la asunción de este desafío por parte de las nuevas dirigencias políticas de donde se desprenderán las diferentes opciones que rivalizaran electoralmente en el juego de la democracia para construir poder real. Es inevitable que suceda, simplemente porque se cierra un ciclo de la democracia partidocrática y se abre uno nuevo; porque desaparece por fatalismo biológico la generación que tuteló los últimos cincuenta años y surge una nueva al ruedo político, que forjará los años por venir mirando hacia delante, dando origen al país de nuestros hijos.
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