Buenos Aires, 22 de Diciembre de 2001

...Un día estaba soñando
y mis sueños escaparon,
se fueron revoloteando
cual mariposas de verano,
y volaron alto, muy alto,
agitándose de tanto en tanto
por la estela que a su paso
otros sueños prófugos
iban dejando, al alejarse
de esta dolorida tierra mía.

Recordé entonces
una canción que decía:
"¿Qué nos pasó?
¿Cómo ha pasado?
¿Qué traidor nos ha robado
la ilusión del corazón?"

Largo tiempo me sentaba
y esperaba imaginando
que algún sueño pródigo
cruzara ese cielo gris
y remendara los pies descalzos
de mis viejas ganas de creer.

Pero sólo vi sueños en fuga,
harapos de nuestra dignidad,
sobrevivientes entrenados
en la búsqueda de otra oportunidad.

Quise saber entonces si el destino aun
guardaba para mí una chance más,
me palpé los bolsillos y en mi palma
sólo vi polvillo y migajas del ayer,
arena de un desierto de ilusiones.

Y mientras veía mis propias huellas
borrosas viniendo hacia el presente
emergieron sobre el horizonte
ígneo cual exultante fénix
dos franjas de cielo ondulante
acunando las nubes blancas,
anunciando el retorno ansiado
de los queridos sueños de antes.

Mas no volvieron a nosostros,
¿acaso lo habremos herido?
sino que buscaron refugio
en los pechos henchidos
de los jóvenes de mi país,
porque supieron que allí
podrían florecer y vivir.

No dejes que se escapen
ni que te roben tus sueños,
pues ellos son los guardianes
de tu propia felicidad.

Y no importa lo que te
quieran hacer creer,
dale de comer a tu corazón
pues no hay peor muerte
que la de la propia ilusión.


Hernando.