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Pensar Buenos Aires: Fiscalización Ciudadana y Movilización

  • Por Aníbal Gotelli, Presidente del Instituto para Pensar Buenos Aires (IpeBA)

Nuestro “Modelo Buenos Aires”, nuestro “Modelo del Resurgimiento Porteño”, es un Modelo movilizado y fiscalizador, porque estamos convencidos de que sin Mística no hay cambio posible.

Por eso yo escribo Mística siempre con mayúscula.

La Mística es el motor de la Política y produce el cambio, porque genera movilización y fiscalización, genera militantes alertas, planificadores creativos y espíritus inquietos y resistentes.

La gente que cree en un Modelo y siente una inclinación pasional a defenderlo, difundirlo e imponerlo, es la gente que protagoniza y produce los cambios, y es la gente también que motoriza, vigoriza y prestigia la actividad política y su potencialidad transformadora.

La Mística genera fiscales de lo que está mal y movilización para cambiar lo que puede y debe ser cambiado.

En razón de esa irrefrenable, pasional e inexplicable fuerza transformadora de la Mística, cualquiera de nosotros, seamos ciudadanos, residentes o transeúntes, tenemos derecho a expresar, sostener y querer hacer prevalecer lícitamente nuestra ideología y también podemos decir lo que vemos en Buenos Aires y lo que necesita Buenos Aires sin necesidad de contar con padrinos políticos ni protecciones corporativas. Todos y cada uno de nosotros podemos ser fiscales permanentes del comportamiento político y corporativo del neoliberalismo residual porteño.

Pero, ¡Atención!, debemos ser fiscales responsables.

Debemos demostrar que no tenemos por práctica permanente la denuncia por la denuncia misma; la denuncia del que sólo denuncia para denigrar, para ensuciar y –finalmente- para ganar.

Tenemos algunos dirigentes que se especializan en el arte de denunciar compulsivamente sin pruebas.

Tampoco le hagamos el juego a estos dirigentes que no son otra cosa que profesionales de la denuncia pseudo-antisistema.

El modelo político de la Anti-Política anda por caminos misteriosos y utiliza muchos disfraces.

Y sobre todo, utiliza y se vale de los colaboracionistas, esos que se presentan a la sociedad como sus protectores y como adalides de la lucha anticorrupción o anticorporativa.

Cuando debamos refutar algo que no nos gusta, hagámoslo siempre demostrando que no somos tan sólo ideología pura.

Demostremos de manera permanente que sabemos ser ideología en acción y que nuestra acción fiscalizadora se basa siempre en la evidencia de la verdad, con pruebas y siempre con la contrapresentación de la propuesta superadora a la falla que se critica.

Podemos estar bien convencidos: la única verdad sigue siendo la realidad.

Durante los últimos años toda una corriente de pensamiento, bastante difundida por cierto, ha hecho creer que la oposición tiene que única obligación la de acompañar en silencio todas las acciones de gobierno, so pena de ser tildada de desestabilizadora.

Pero ni remotamente es así.

La oposición, si es constructiva y veraz, no es desestabilización, sólo es oposición, tal como sucede en cualquier país desarrollado del mundo.

La oposición está llamada, por definición, a oponerse a todo lo que no le guste o no considere conveniente.

Cuando no pensamos como el que gobierna, todos tenemos el derecho, el deber y la obligación de ser opositores.

Y sobre todo, debemos recordar que los opositores no siempre contemporizan, no siempre acuerdan y no siempre concuerdan con un gobierno con el que no coinciden en algo o en nada.

Los opositores fiscalizan, viven en alerta y mantienen una atenta vigilia ciudadana.

Entonces, primero, no tengamos miedo de ser opositores.

En cualquier país moderno y civilizado, el jefe de la oposición es una de las figuras más importantes del armado político general, forma parte de la estructura política del estado y es invitado a todos los actos y formalidades protocolares, públicas y políticas de su país, aún a las que organiza el propio gobierno al cual se opone.

Pero no solamente la oposición debe venir en Buenos Aires de la oposición formal e institucional de un partido o partidos establecidos.

Cada ciudadano, residente o transeúnte que quiere a Buenos Aires debe convertirse en un vigilante atento de las cosas que suceden en Buenos Aires y de las acciones de gobierno del Gobierno de Buenos Aires, sea quien sea el signo político del Gobierno de Buenos Aires.

Cuando gobierna un modelo que no coincide con nuestra forma de pensar, de sentir y de gobernar a Buenos Aires, cada uno de nosotros, seamos ciudadanos, residentes o transeúntes, tenemos el derecho y la obligación de llevar a cabo la fiscalización ciudadana del estado general de la Ciudad, de las obras públicas que en ella se llevan a cabo y de los comportamientos de los ciudadanos, residentes y transeúntes que resulten perjudiciales para terceros o para la comunidad en general.

Todos nosotros tenemos el derecho y la obligación de realizar presentaciones ante las autoridades, los medios de comunicación y las organizaciones no gubernamentales, según corresponda, a fin de denunciar irregularidades, fallas y malas prácticas gubernamentales, empresariales, institucionales que perjudiquen a la Ciudad y sus habitantes con el objeto de que sean corregidas o subsanadas.

Cada distracción de los ciudadanos de a pie y de las organizaciones de la sociedad civil puede favorecer el conculcamiento de algún derecho o un retroceso del bienestar social o de la democracia política general.

Si queremos que nuestra Ciudad resurja, tenemos que ser partícipes, militantes convencidos e incansables de ese Resurgimiento. Y todos los que buscamos que resurja debemos estar convencidos de querer, buscar y luchar por ese Resurgimiento Porteño.

La participación ciudadana es un ingrediente fundamental e insoslayable de cualquier “Modelo” que sea democráticamente exitoso.

No puede haber “Modelo” exitoso si hay clientelismo.

No puede haber “Modelo” exitoso cuando la oposición, o parte de ella, habla contra un gobierno en un programa de televisión y luego pacta con ese mismo gobierno cuando se apagan las cámaras.

No puede haber “Modelo” exitoso si los mismos votantes no se convierten en celosos fiscales de los gobernantes y las políticas de gobierno que han votado.

No puede haber “Modelo” exitoso sin movilización, si no se convoca desde los partidos y las organizaciones intermedias a los ciudadanos en forma permanente.

No puede haber “Modelo” exitoso si los gobernantes no rinden cuentas periódicamente de lo que van haciendo.

No puede haber “Modelo” exitoso si los gobernantes sólo gobiernan un territorio como trampolín para aspirar con antecedentes ejecutivos a una instancia o jurisdicción mayor.

Los partidos y las organizaciones de base no deben perder jamás su capacidad y su rol de reunir y motivar a las personas que dicen representar.

Los locales partidarios deben ser verdaderos centros cívicos en los que se hable, se sienta y se viva la Política y en los que los políticos estén siempre accesibles para sus representados y votantes.

Un “Modelo” exitoso requiere que los gobernados exijan al gobernante perezoso que trabaje, que viaje, visite, viva, conozca y palpe su territorio.

Cuando un gobernado debe peregrinar a donde atiende su gobernante, o donde sus líderes tienen sus despachos, algo anda mal en ese distrito.

Y en el nuestro también anda mal.

Para nosotros el viejo axioma provinciano también es real:

En la Ciudad de Buenos Aires Dios está en todas partes, pero atiende en la Plaza de Mayo.

Si todo lo que vengo diciendo no se da, se da mal o no se da en tiempo y forma, estoy convencido de que debemos ejercer nuestro derecho a ejercer nuestra Fiscalización Ciudadana.

Estemos alertas.

Mantengámonos movilizados.

Activemos la mística en nosotros y contagiemos de mística a los otros que estén cerca de nosotros.

Mística, Participación, Fiscalización y Movilización.

Esos son, para nosotros, cuatro pilares fundamentales del Resurgimiento porteño.

Es por eso, que nosotros en el Instituto hemos tratado de canalizar nuestro impulso fiscalizador militante, organizando y motorizando un servicio de Fiscalía Ciudadana, con el fin de ejercer y dar entidad institucional al derecho que tenemos todos los ciudadanos de fiscalizar pero también de ser escuchados.

En efecto, todas las constituciones del mundo, incluso la de la Nación y la de la Ciudad de Buenos Aires nos garantizan la libertad y el derecho de expresarnos, pero nadie nos garantiza que seamos escuchados.

Por eso creamos en el Instituto para Pensar Buenos Aires (IpeBA) la Fiscalía Ciudadana, como órgano de fiscalización ciudadana del estado general de la Ciudad, de las obras públicas que en ella se llevan a cabo y de los comportamientos de los ciudadanos, residentes y transeúntes que resulten perjudiciales para terceros o para la comunidad en general.

También nuestra Fiscalía tiene como objetivo realizar presentaciones ante las autoridades, los medios de comunicación y las organizaciones no gubernamentales, según corresponda, a fin de denunciar irregularidades, fallas y malas prácticas gubernamentales, empresariales, institucionales que perjudiquen a la Ciudad y sus habitantes con el objeto de que sean corregidas o subsanadas.

Nuestra Fiscalía, la Fiscalía Ciudadana del IpeBA es, para nosotros, una manera de canalizar y realizar queja constructiva.

Queja ciudadana responsable y mejoradora.

Queja sin segundas ni terceras intenciones.

Queja ciudadana con el único objetivo de mejorar la vida de todos nosotros, porque estamos convencidos de que una Ciudad es una creación colectiva, y tener una Buenos Aires mejor es también responsabilidad de todos, aún de los que se quejan; pero sobre todo, de los que se quejan para mejorarla.

Por eso les pedimos a todos nuestros conciudadanos que se acerquen a nosotros, a nuestra Fiscalía Ciudadana. Nuestros Fiscales Ciudadanos ya están trabajando en la recolección de información, de todas aquellas llamadas de atención que nos acercan los vecinos.