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Una infección social que lleva décadas sin cura

Una de las plagas que asolan la ciudad de Buenos Aires (además de los mosquitos, claro) son los mangueros, es decir aquellas personas que cuando realizan un trabajo en el espacio público, y por el cual ya están cobrando un salario, tienen el tupé de encarar a los vecinos afectados para pedirles dinero por la labor realizada. El vecino de barrio ya lo sabe, su madre y padre lo saben, sus abuelos lo saben o lo supieron, sus amigos y conocidos también: esta gente constituye una infección social que lleva décadas sin cura.

Hoy en día, trabajos tales como podas de árboles, arreglos de veredas, alumbrado y mantenimiento del espacio público en general están en muchos casos en manos de empresas contratadas por la Administración porteña. En Lugano, Mataderos, Riachuelo y Soldati, hasta donde sé, este tipo de trabajos está en manos de personal de la Comuna.

Contratados o no, los vecinos saben que en esos planteles de personal, existen soberanos caraduras que tratan de engrosar su bolsillo en base a nuestra ingenuidad, sorpresa por el mangazo, o temor de que algo peor nos pase.

Quizá para intentar aplacar el malestar vecinal, o en el mejor de los casos para encarar alguna solución, el Gobierno porteño solicita a los vecinos que reciban este tipo de pedidos de dinero, que lo denuncien al teléfono: 4342-6003 interno 208, habilitado a tal efecto.

Oficialmente, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires informó que ninguna de las empresas que prestan servicios de poda, arreglo de veredas, de alumbrado y de mantenimiento del espacio público en general, está autorizada a pedir retribución alguna a los vecinos por los trabajos realizados. Las cuadrillas de las empresas que trabajan para la Ciudad bajo la modalidad de licitación pública, tienen terminantemente prohibido realizar cobro alguno por la prestación de sus servicios.

Nuestra propuesta es que tengamos a mano una cámara digital o un celular con cámara como para retratar, llegado el caso, a nuestros "amigos" mangueros, para luego escracharlos a diestra y siniestra por Internet en todo foro relacionado con el tema, o simplemente subiendo las fotos a un album propio creado para conmemorar el evento, perpetuando así su memoria.

Tal vez, si aprovechamos Internet, podamos ir dejando documentados estos hechos y también retratar convenientemente a estos purulentos personajes, y de este modo alertar a nuestros vecinos.

Y no olvidemos nuestra "responsabilidad social" de hacer la denuncia al teléfono indicado más arriba, para que el Gobierno también sienta que hace algo.